
El Año Nuevo ya llegó y el 2021 ya se ve prometedor. Luego de un año tan intenso para el mundo entero, como que no hay de otra que seguir adelante. Yo nunca he sido persona de hacer resoluciones, pero de seguro hago determinaciones. Por lo regular, las sigo de una manera u otra. La cuestión con las determinaciones es que son un cambio más profundo. Va mas allá de “Quiero bajar esas libras” o “Que se me de el trabajo nuevo” o “Voy a encontrar amor”. En los casi 20 años que llevo practicando el Budismo de Nichiren, he aprendido que se trata de una revolución interna que atraerá esas cosas a tu vida. El 2020 posiblemente fue el año más difícil de mi vida, pero igualmente obtuve muchos beneficios. Aunque la meta de hoy es compartir mis determinaciones del 2021, les quiero compartir unas cosas personales que han ocurrido para darle contexto a esta nueva esperanza.
En un video de YouTube que subí el verano pasado, compartí mis luchas al intentar concebir y como luego de un año y medio de haber estado tratando, mi esposo y yo decidimos soltar todas las expectativas y cuidarnos del COVID-19, tan solo unas semanas luego de los cierres quedé embarazada. Cuando me enteré, de momento sentí una ola de pánico más fuerte que de felicidad. Honestamente, lloré por el miedo, aunque me sentí feliz, pero el miedo a lo desconocido ante la incertidumbre de lo que estaba pasando me llevó a lo que se sintió como un ataque de pánico. ¿Cómo sería un embarazo durante una Pandemia? ¿Cómo serían mis citas sin mi esposo? ¿Me voy a enfermar? ¿Se podría enfermar mi bebé? ¿Perderé el embarazo? Todas estas preguntas me surgieron tan pronto vi esa prueba dar positivo y me eché a llorar. Mi esposo sólo me abrazó en la cama esa mañana mientras yo intentaba procesar lo que estaba sintiendo. Y tan sólo 5 semanas después mi miedo mayor se convertiría en realidad.
Sufrí un aborto a las 8 semanas de embarazo. La realidad es que había parado de crecer a las 6 semanas, pero mi Ginecóloga Obstetra quería esperar 2 semanas para ver si crecía, por si ella estaba equivocada por unas cuantas semanas. Me dijo que no le gustaba cómo se veía el ovum y que me preparara mentalmente para la posibilidad de que el embarazo no se fuera a dar. Decidí poner mi fé a la prueba y oré intensamente con una determinación de que ella estuviera equivocada y que el embarazo fuese saludable. Lamentablemente, durante la cita se confirmó que no hubo ningún cambio ni crecimiento y el embarazo iba a terminar. Me sentí devastada, pero encontré consuelo al compartir mi historia con otras y eventualmente hice el video. Durante mi investigación para crear el video inicial, encontré que entre 10 a 20% de embarazos terminan en aborto espontáneo, sin embargo no es un tema que se habla. Mayormente, porque es un tema doloroso, pero a la vez sigue siendo un tabú. La sociedad nos ha impuesto que es nuestra culpa, o que estamos defectuosas, pero no es es cierto. Sí, hay un número de causas que se pueden evitar, como uso y abuso de drogas y alcohol, y otras no tan evitables como condiciones uterinas, y a la vez sigue siendo un misterio para mujeres con vidas saludables, sin ningún tipo de condición previa como yo. La verdad que la respuesta que recibí luego de subir el video (lo pueden ver al final) fue sorprendente, al saber de tantas mujeres en mi vida y otras que nunca había conocido me compartieron, habían pasado por lo mismo que yo.

Rendirme no era una opción, así pregunté cuales eran los próximos pasos y determiné sanarme, tanto física como mentalmente para volver a intentarlo. Mi doctora me informó que podíamos tratar de nuevo en 2 meses/ciclos y que la mayoría de mujeres que sufren abortos logran tener un embarazo exitoso sin complicaciones. Mi esposo y yo estuvimos listos para “intentar” de nuevo en Agosto, yo con un poco de miedo, pero decidimos tener más una mentalidad de “lo que será, será”. Tan sólo 2 meses después, en Octubre volví a quedar embarazada! Estábamos tan contentos! Hasta echando chistes cuando vimos los resultados! Esta vez me sentí optimista porque las estadísticas estaban en mi favor, pero estaba la semilla de la duda. Había escuchado varios cuentos sobre abortos múltiples y aunque trataba de combatir ese miedo, pensaba mucho en esas mujeres mientras oraba.
Mi primer ultrasonido se vio muy bien, mejor que el del embarazo anterior. La doctora se lo encontró pequeño pero dijo que era normal ya que era temprano. Así que me citó para otro en dos semanas y que la expectativa era escuchar los latidos del corazón. Me sentí bien, así continué haciendo ejercicios, comiendo saludable y realmente, muy contenta. La semana siguiente era de Acción de Gracias y ya estaba imaginando cómo les iba a anunciar a mi familia y hasta comencé a planificar la sesión de fotos navideña. Pero esa semana me empecé a sentir enferma. Las náuseas y vómitos ya no eran sólo por la mañana sino que todo el día, me dolía el cuerpo y hasta tuve fiebres de noche. Pensé que era COVID-19, así que pensé que podría tomar acetaminofén hasta que podía ir a hacerme la prueba, pero esa noche comencé a sangrar. Hice un poco de investigación y encontré que el sangrado leve es normal entre 20-40% de embarazos así que decidí no ir a Emergencias, aunque mi esposo me lo ofreció. El día de Acción de Gracias estaba grave, pero estaba determinada a hacer la cena especial para mi esposo y yo. Consulté con mi tía, que es doctora en la República Dominicana y me recomendó acostarme y descansar ya que esto podía ser un aviso de aborto. Al día siguiente me sentía igual o peor, así que llamé a la oficina de tele-consulta de mi proveedor y luego de explicar mi síntomas me informaron que debía ir a la sala de Emergencias de inmediato. Mi esposo me llevó y allí me hicieron pruebas de COVID, influenza, de sangre y orina para detectar alguna infección, ultrasonido y examen pélvico. Todo salió negativo y el embarazo se veía supuestamente normal. No podían explicar mi fiebre de 103 grados. Aún así, contactaron a mi ginecóloga para informarle y me enviaron a casa con Tylenol. El sangrado empeoró durante el fin de semana y la fiebre regresaba todas las noches. Traté de orar y mantenerme positiva hasta mi cita de seguimiento, pero la realidad es que ya el aborto estaba en proceso y no había nada que podíamos hacer para detenerlo. Antes de entrar a la oficina de la ginecóloga para ultrasonido, oré para tener la fuerza y aceptar el resultado. Ahí con mucha calma, acepté mientras la doctora me explicaba que el saco estaba de salida y con el medicamento en mi casa (como la última vez) iba a culminar el proceso.
El dolor físico del proceso fue menos que la vez primera, pero emocionalmente me encontré destruida. Aún no le había dicho a nadie en mi familia, así que cuando llamé a mi mamá para decirle lo que me estaba pasando, no podía ni hablar. Me sentí tan derrotada. Oré para tener la fortaleza de no caer en un abismo de depresión, y consulté con mis hermanas en fé para sacar mis emociones. Decidí buscar ayuda psicológica y encontré una especialista en salud mental en embarazos y el periodo perinatal. La verdad es que la terapia ha sido crucial en mi proceso de sanación. Aunque sólo ha pasado un poco más de un mes desde lo ocurrido, me siento diferente. Hay una fortaleza y resiliencia que no me deja soltar la esperanza de ser madre pronto. Veo esas pérdidas ahora como una protección y no tanto como algo que he perdido y cuando el tiempo sea correcto, se va a dar. Con eso dicho, decidí intentarlo de nuevo, con la dirección de mi ginecóloga y un tratamiento de hormonas que ella entiende que aumentarían las posibilidades de mantener el embarazo y pasar el primer trimestre.

Hoy hubiera querido tener un “final feliz” a este cuento con un anuncio sorpresa de un embarazo arcoiris, pero esa no es mi realidad actual. Lo que sí les puedo compartir es mi disposición a no rendirme y mis determinaciones de este año. Yo sé que muchas de ustedes quienes me están leyendo hoy han pasado por esto o conocen a alguien que le ha pasado. Quiero decirles que no están solas. Todas tenemos una historia diferente y si has decido ser madre/padre, de forma biológica, artificial o adopción o has decidido tomar otra dirección y no tener hijos, eso no te define. Todos tenemos una misión en esta vida, aunque no lo tengamos siempre claro. Pero sí estoy segura de esto, mi determinación este año es llevar mi vida con amor y fé. Voy a apreciar a mi vida, mi esposo, mi familia, mis amistades y mi trabajo más que nunca. Voy a superar mis miedos con fé, y me lo voy a recordar a diario a través de mi oración. Más que ser madre, el trabajo o la casa de mis sueños, yo busco la felicidad, una felicidad inquebrantable. Así será este año y todos los años.

Les deseo un muy Feliz Año Nuevo. Espero que les traiga un mundo de felicidad, paz y amor!